Autor: Dr. David Peña. Coordinador Sección Circulación Pulmonar AAMR.
Se ha publicado y discutido mucho en relación a distintos aspectos de esta patología y el COVID-19 pero quisiera centrar el objeto de esta nota en la atención de los pacientes desde el inicio de la pandemia en nuestro medio.
Básicamente y al igual que en la mayoría de las patologías no COVID-19, si no en todas, se ha modificado desfavorablemente la atención de los pacientes con hipertensión pulmonar de manera dispar según el sitio de atención considerado.
El primer aspecto a destacar es la dificultad para el acceso a los consultorios externos o de atención ambulatoria, como primera barrera para el paciente derivado para estudio por sospecha de hipertensión pulmonar así como para el control de los que ya se encontraban en seguimiento.
Las causas son varias, siendo necesario mencionar las atribuibles al paciente, las relacionadas con el traslado del mismo hasta el centro asistencial y las limitaciones propias del lugar a donde debe concurrir.
Respecto a las causas atribuibles al paciente, en la mayoría de los casos se debe al temor de exponerse al contagio al salir de su casa, siendo esto en gran parte consecuencia de la difusión masiva de mensajes que alertan en tal sentido. En realidad no hay evidencia de mayor riesgo de complicaciones en los pacientes con hipertensión pulmonar que padezcan COVID-19, por lo que resulta contraproducente el evitar concurrir para recibir atención por el riesgo de contagio, que por otra parte se minimiza con las medidas adecuadas.
Aparece luego la dificultad para trasladarse, siendo la utilización del transporte público desalentada por las autoridades, sin disponer de vehículo propio en general y siendo el transporte en remise o similar, poco accesible por su costo.
Los centros de atención donde el paciente debería concurrir presentan a su vez limitaciones originadas en las disposiciones oficiales y en otras propias de la Institución; en el mejor de los casos el seguimiento de los pacientes se efectúa mediante un control telefónico o por video, limitando la atención presencial a aquellos casos que presenten peoría, siendo para ello citados especialmente.
En los casos precitados, y en los mejores centros, se encuentra habilitada la atención ambulatoria con limitaciones, pudiendo disponerse generalmente de análisis de laboratorio, ecocardiografía, tomografía y algunas pruebas de laboratorio pulmonar. Se excluye la medición de volúmenes pulmonares, el test de caminata y la prueba de ventilación en el centellograma pulmonar, entre otras. En caso de estar indicadas pruebas invasivas, en particular el cateterismo cardíaco, se requiere previamente la exclusión de infección por SARS-CoV 2 mediante PCR 24-48 horas antes.
Un caso particular son los pacientes derivados para estudio por sospecha de hipertensión pulmonar, los que requieren una batería de estudios incluyendo el cateterismo, y que fueron en un comienzo diferidos al aguardo del fin de las limitaciones impuestas por la cuarentena y que suponen un desafío actual ante la prolongación de la misma y la incertidumbre sobre su duración.
El problema más grave lo constituyen los pacientes que por diversas razones están padeciendo limitaciones que les dificultan e incluso impiden el acceso a la atención y a los medicamentos que tienen indicados, con el riesgo evidente que ello implica para su salud. Esta responsabilidad recae mayormente en las instituciones responsables de brindar dichas prestaciones.
En todo caso es evidente que las restricciones impuestas en razón de la pandemia, justificadas y no justificadas, así como el temor generado en la población, han tenido como resultado una disminución en la cantidad y calidad de la atención de los pacientes con hipertensión pulmonar. Resulta indispensable entonces colaborar para la solución de este problema, sugiriendo medidas a tal efecto en las instancias que correspondan, difundiendo la problemática y promoviendo el contacto con los pacientes para su mejor seguimiento.